Ella

Certamen de Relatos de Ciencia Ficción y Fantasía convocado por la Delegación de Juventud de la Frontera (Cádiz),

Segundo Premio por el relato

Cuando la vio Simón tuvo que detenerse. Aquellos ojos que le miraban desde lo alto habían penetrado en su interior como dos poderosas fuentes de energía. – Una mujer de extraña belleza – pensó después de haberla contemplado fijamente unos momentos, pero enseguida se dio cuenta de que sólo era un holograma representando a una artista desconocida que protagonizaba una película que ni siquiera le interesaba. Apartó los ojos de los de aquella imagen con cierto nerviosismo y continuó caminando. Tenía cosas más importantes que hacer. Pero sólo pudo dar unos pocos pasos porque tenía la sensación de sentirse observado

Se giró en redondo y comprobó que los mismos ojos, ahora un poco más lejanos, seguían mirándole intensamente y se dio cuenta de que no quería ir a su casa porque lo que más deseaba en aquel momento era entrar en el cine y ver la película. .- Estos trucos baratos de sicología comercial son efectivos.– pensó como disculpándose por sentir algo que no deseaba sentir, pero a pesar suyo volvió sobre sus pasos y dirigiéndose a la taquilla compró una entrada.

Mientras lo hacía, los ojos de la mujer anuncio parecían abrasarle y cuando atravesó la puerta del cine, le parecía que ambos habían concertado una cita en el interior.

Se acomodó en una de las butacas. La película aún no había comenzado y la sala estaba en la penumbra. Mientras esperaba que se iniciase la sesión, se dio cuenta que se había dejado influir por algo que ni siquiera comprendía. Recordó entonces todo el trabajo que debía terminar para el día siguiente y se preguntó qué estaba haciendo allí. Ya iba a levantarse para salir a la calle cuando la pantalla se iluminó y su luz pareció envolverle.

De pronto entre los rótulos que anunciaban el titulo y los protagonistas, volvieron a aparecer los mismos ojos, que extendiendo su mirada sobre el patio de butacas parecieron tropezar con los suyos con fuerza para acariciarle después con dulzura. Los actores que la acompañaban en la escena desaparecieron para él. Su imagen pareció llenar toda la sala, se revolvió inquieto en la silla, y entonces una fuerza superior a su voluntad le impulsó a levantarse y a avanzar por el pasillo. Cuando llegó a la primera fila de butacas, la mujer de ficción pareció extender sus brazos hacia él que respondiendo a su gesto extendió a su vez los suyos. Simón notó entonces una cálida presión en las muñecas y sin poder ni querer evitarlo se sintió impulsado hacia adelante.

Desde allí arriba todo adquirió una dimensión desconocida. De repente ella estaba a su lado invitándolo a seguirle y aunque deseaba hacerlo, sintió la necesidad de girar la cabeza y mirar hacia la sala por última vez. Estaba casi vacía pero a pesar de la oscuridad, pudo verse a si mismo sentado en el asiento que había ocupado antes. Un pensamiento le sobresaltó: Si él estaba dentro de la pantalla ¿quién era el hombre que le miraba desde allí? ¿Cuál de los dos era él realmente?

Sin duda soy yo – respondió una voz lejana que reconoció como la suya y Simón se estremeció porque no había hablado. Entonces todo pareció derrumbarse a su alrededor y tuvo la sensación de caer al vacío, como si el tiempo se encogiese a una velocidad vertiginosa y su mente se partiese en dos. El impacto le obligó a cerrar los ojos. Después silencio. Cuando se atrevió a abrirlos volvía a estar sentado en su butaca y la película parecía proseguir indiferente a todo, sólo una cosa había cambiado: Un hombre exactamente igual a sí mismo aparecía en la pantalla al lado de la mujer de ojos penetrantes. Simón no podía creer lo que estaba viendo…

– Estoy soñando– pensó. Aquella era la única explicación posible a lo inexplicable.- Me he dormido en el cine y aunque creo estar despierto aún no he despertado – Pero todo parecía real. Su gemelo se había introducido en la acción de la película y él aunque sentía deseos de escapar, el asombro, la incredulidad y el miedo le mantenían invisiblemente atado a la butaca, esperando despertar de un momento a otro de aquella pesadilla. Sin poder prestar atención a lo que sucedía en la pantalla a pesar de no poder apartar los ojos de ella. Sólo cuando la palabra FIN apareció y las luces se encendieron, se dio cuenta de lo que no podía ni quería admitir, que estaba despierto.

Simón salió del cine con la sensación de que parte de si mismo se había quedado allí y levantó la vista para volver a ver a la mujer que le había incitado a entrar. Había desaparecido. No se hizo preguntas porque sabía que tampoco había respuestas. De pronto se dio cuenta de que había anochecido. La calle estaba oscura y una espesa sombra le envolvía. Se detuvo. No reconocía el lugar donde estaba a pesar de tener el convencimiento de no haber caminado mucho.

Se sintió desorientado sin saber a dónde ir. Advirtió entonces una luz al final de la calle como si un faro le indicara el camino y sus pasos se dirigieron hacia allí, como si aquel fuera el único a seguir y ellos llevándole frente al iluminado escaparate de una tienda. Miró hacia el interior. Detrás de las brillante vitrinas se anunciaban toda clase de vídeos. Dio una rápida ojeada a las carátulas de las portadas y unos ojos parecieron cobrar vida sobre el papel al mirarle… era ella, la misma mujer de la película. No se detuvo a pensarlo y entró en la tienda para comprarlo.

Cuando salió al exterior, las calles parecían haber recobrado la normalidad. La gente caminaba deprisa a su alrededor y volvían a oírse los motores de los coches circulando por la calzada. Recobró el sentido de la orientación y comenzó a caminar de nuevo. Llevaba el vídeo entre sus manos apretándolo con fuerza contra sí. Entre sus dedos crispados los ojos de la mujer parecían abrasar su pecho. Ahora ella ya era suya.

Corrió más que caminó hasta llegar a su casa, vivía en un primer piso y subió la escalera saltando los peldaños de dos en dos. Al llegar frente a la puerta Simón se detuvo sin atreverse a entrar porque aunque vivía solo, tuvo la sensación de que ella le aguardaba. Finalmente introdujo la llave en la cerradura que giró dócilmente a la presión de su mano y abrió. Sin encender las luces de dirigió directamente al salón e introdujo el vídeo dentro del aparato de la televisión. Después se sentó en el sofá y esperó conteniendo la respiración.

El tiempo pareció alargarse indefinidamente y los minutos se convirtieron en horas hasta que en la pequeña pantalla aparecieron aquellos ojos de mujer que le tenían hechizado. La luz que surgía de ellos pareció iluminar la habitación, pero aunque ella parecía mirarle y sus labios también se movían, Simón no podía comprender su lenguaje. Esperó inútilmente en cada imagen que su doble apareciese pero la película transcurría y no tardó en darse cuenta de que aunque la mujer estaba frente a él, él no podía estar con ella y su angustia aumentó gradualmente.

Cuando la película terminó, se sintió completamente desolado. Quizá lo que había visto en el cine había sido un producto de su imaginación, pero se resistía a aceptarlo, cuando formaba parte de la película todos sus lazos con el tiempo y con el espacio quedaban suspendidos, entonces pensó que su otro yo seguiría siendo eternamente joven junto a ella, en tanto que él envejecería y moriría. Se sentía engañado y también estaba muy cansado. No quería pensar más y sin acordarse del trabajo que tenía pendiente, se estiró en el sofá y se durmió.

Soñó con ella durante toda la noche, en sus sueños sentía el calor de su cuerpo junto al suyo y hasta le parecía escuchar su respiración, pero cada vez que Simón intentaba abrazarla se despertaba. Decidió no volver a intentar dormir y se levantó comenzando a pasear nerviosamente de un lado a otro de la habitación.

.- Debo comunicarme con ella como sea, estoy seguro de que esa mujer desea decirme algo que yo no puedo comprender.-

Iba ya a poner de nuevo en marcha el vídeo cuando el despertador desgarró el aire con su agudo timbre. Aquello le devolvió a la realidad. Un nuevo día comenzaba y le aguardaba detrás de la puerta. Comprendió que debía ir al trabajo y olvidar de momento aquel misterio. Pero la atracción que sentía hacia aquella mujer era demasiado fuerte.

.- Al diablo todo.- dijo, e introdujo la cinta de nuevo en la televisión.

Aquel día Simón no fue al trabajo y cuando la noche llegó a su cita diaria, había visto la película mas de veinte veces sin haber podido entablar ningún tipo de comunicación con la mujer de ojos profundos. Ella parecía vivir una y otra vez su rol de ficción y él parecía atascado en el suyo de personaje humano.

Dos entidades distintas, dos mundos diferentes pero paralelos que al parecer jamás podían llegar a confluir.

Lo sucedido en el cine el día anterior podía haber sido una simple alucinación era algo más, la abertura de una grieta en un muro que nadie podía escalar, el muro hacia una nueva dimensión desconocida, pero la grieta estaba en algún lugar y Simón sabía que debía encontrarla si quería introducirse en ella para pasar al otro lado, el problema es que no sabía como hacerlo ni donde estaba

Apagó el vídeo, estaba cansado de mirar unos ojos que no podían verle y de hablar a unos oídos que no querían escucharle. La solución a todo aquel misterio no estaba allí sino en algún otro lugar y de repente comprendió que debía volver al cine, era absurdo de que esta idea no se le hubiera ocurrido antes. Allí la vio por primera vez, allí debía volver a encontrarla.

Aquello pareció tranquilizarle y al fin consiguió conciliar el sueño.

Al día siguiente en el despacho, las horas se le hicieron interminables. Siempre había sido un hombre metódico y responsable, y siempre le había interesado mucho su trabajo, sobre todo desde que su mujer le abandonó. A partir de aquel día Simón había hecho prácticamente votos de castidad y de fidelidad con su profesión hasta el extremo que ésta era ahora su nueva compañera. Entre ambos no existía una batalla de egos exigiendo control el uno sobre el otro, como sucedía con su mujer, sino una total y plena identificación. Pero ahora Simón apenas si se reconocía a si mismo. Aquellos ojos ardientes de mujer se habían convertido para él en una verdadera obsesión. Por eso cuando salió de su despacho se dirigió directamente al cine del día anterior donde su alma hacía ya mucho rato que estaba esperándole frente a la taquilla. 

Pero cuando llegó, la mujer anuncio ya no estaba allí, en su lugar había el holograma de una nueva actriz y los rótulos de la película también eran distintos. Le pareció que había recibido un golpe en plena cara, aquello era lo único que no esperaba encontrar. Los ojos de la desconocida, le miraba sin verle y él, aunque también la miraba tampoco la veía. Cuando pudo reaccionar preguntó a la taquillera, su respuesta fue escueta pero contundente.

.- Es imposible que usted haya visto en esta sala la película de la que me habla porque hace más de un mes que estamos proyectando ésta otra.- y señaló el título que resaltaba en el letrero luminoso de la puerta de entrada el cine.

.- Pero le aseguro.- su voz parecía romperse.- que yo ayer, en este mismo cine, vi una película diferente…se llamaba…- se interrumpió porque se dio cuenta de que no recordaba el nombrey tampoco el de la actriz, «ella» siempre había sido ella para él. La taquillera le miró con cierto cansancio.

– Otro chalado- pensó.- Seguramente ayer noche debía estar tan borracho que ahora no sabe donde estuvo ni es capaz de recordar el nombre de su propia madre.

Simón leyó la incredulidad en su rostro y comprendió que no serviría de nada insistir. Algo muy importante no encajaba en todo aquello, pero fuese lo que fuese, era inútil intentar que lo entendiesen los demás porque ni siquiera lo entendía él mismo.

Se alejó del cine y empezó a dar vueltas sin rumbo hasta que cansado se sentó en uno de los bancos públicos. Una muchacha cruzó frente a él, caminaba ondulando las caderas y el cabello cobrizo se balanceaba sobre los hombros al compás de sus pasos, al verla se levantó precipitadamente. – Quizá es ella.- pensó aunque apenas le había visto la cara y comenzó a seguirla, en pocas zancadas llegó a su altura, la joven le miró sobresaltada y al verla, la desilusión se reflejó en el semblante de Simón, no era ella, ni siquiera se le parecía… giró sobre sus pasos y se alejó rápidamente en dirección contraria, pero ahora sabía exactamente lo que iba a hacer, iría a la tienda donde había comprado el vídeo, estaba seguro que allí sabrían decirle algo sobre aquella película y su protagonista, sonrió aliviado, al menos ella, la auténtica, estaba en su casa encerrada dentro en aquella caja de vídeo misteriosa, y no iba a dejarla escapar…

Entró en la tienda con el corazón palpitante y la cinta apretada sobre su pecho, una dependienta le salió al encuentro sonriente, Simón la reconoció enseguida, era la misma que le había atendido el día anterior. Le enseñó la caja, el título resaltaba en grandes letras: Mundos paralelos y más abajo…Radinka Olson. Lo leyó varias veces y lo repitió después en voz alta. Era la primera vez que lo hacía ! – !Que extraño nombre!- pensó, parecía eslavo o quizá nórdico… La dependienta le miró con sorpresa

– Nunca he vendido a nadie una cinta como ésta- dijo – no conozco a la actriz y es más no recuerdo haberla visto en mi vida.- Simón no quiso insistir, especialmente cuando también le dijo que ni siquiera le recordaba a él y salió de allí dudando de la misma realidad de la dependienta, de la película e incluso de si mismo.

Mientras se alejaba de allídecidió que era mejor rendirse y dejar de pensar en todo aquello sino quería correr el riesgo de volverse loco. Iba ya a tirar la cinta en una de las papeleras de la calle cuando tropezó con un periódico abierto en el suelo, lo miró. ¿Cómo no se le había ocurrido antes? Buscaría en la cartelera de cines. Comenzó a leerlo con avidez sin encontrar ni una sola referencia a la película, pero antes de abandonarlo se fijó en algo que le dejo sin respiración, el diario que había estado leyendo tenía fecha del día anterior, así pues y según aquel trozo de papel él nunca había podido ver lo que jamás se había proyectado en ninguna parte…empezó a comprender que Radinka, solo se había hecho real para él y que la película había sido un medio para comunicarle algo que no podía alcanzar con sus cinco sentidos sino solo intuir con su imaginación.

A partir de aquel día su vida se convirtió en un mal sueño del cual nunca parecía poder despertar, la pesadilla de contemplar una y otra vez las mismas imágenes de la cinta, esperando encontrar en cada detalle, en cada gesto, en cada palabra, algo que le diese la clave para descubrir el secreto que le atormentaba, un continuo volver a comenzar a partir de la primera escena pero sin poder jamas participar en la trama por estar paralizado en su propia identidad humana.

Y así día tras día, sin apenas dormir, ni comer, fue debilitando su cuerpo y fortaleciendo su mente, concentrando toda su energía en aquella única idea: reunirse con los personajes que le esperaban tras la pantalla.

Pero una noche Simón tuvo un sueño extraordinario, soñó que había concertado una cita con ella. Cuando despertó, preparó la mesa cuidadosamente, no quería que faltase ningún detalle. Escogió un mantel de lino bordado y sobre él dispuso las copas de cristal de Bohemia y la vajilla antigua de porcelana decorada con flores. En el centro colocó una fuente humeante que despedía un exquisito olor. Después encendió dos velas a cada extremo de la mesa y las llamas arrancaron destellos de colores de las copas talladas. Presidiéndolo todo, como mudo testigo de aquella cita insólita, estaba el reloj…

Lo miró como su fuera humano, era un gran Carillón que había pertenecido a sus padres, su acompasado tictac le resultaba familiar porque le recordaba un pasado ya lejano. Cuando sus manecillas se uniesen en un estrecho abrazo, toda la habitación se llenaría de música y ésta lo envolvería todo con su suave manto de acordes. Las doce era la hora de la cita y Simón la esperaba impaciente, se había puesto su traje más elegante que armonizaba muy bien con el color de cabellos y de sus ojos y se había perfumado con una loción de enérgico aroma. Sabía que vendría, porque así se lo había prometido ella en su sueño y que ambos iban a encontrarse en una cita fuera de todo tiempo. El reloj era su cómplice.

Había cerrado las puertas y las ventanas de la casa para que nadie nos molestase, y se sentó dispuesto a esperar…

Mientras observaba con impaciencia los movimientos de las agujas del reloj avanzando, estas empezaron a girar de improviso hacia atrás, en una loca carrera contra el tiempo y a la vez su mente vio desfilar los sucesos de su vida pasada ante sus ojos como una película desenfrenada.

Vio a sus padres de nuevo, a sus amores y a sus amigos desaparecidos, a sus compañeros de escuela olvidados…todos salían, le miraban y volvían a entrar dentro del cuerpo del reloj sin hablarle. Simón estaba paralizado en la silla, le hubiera gustado retenerlos, pero cuando intentaba hacer un gesto ya habían desaparecido, sin embargo sentía que todos habían venido a hacerle compañía durante la espera y se sintió agradecido y reconfortado.

De pronto el Carillón del reloj comenzó a sonar y mientras las agujas iniciaban su beso efímero, la mujer apareció, con los hermosos cabellos de bronce peinados hacia atrás, descubriendo su frente, con todo el amor del Universo reflejados en sus grandes ojos .

Avanzaron el uno hacia el otro y se fundieron en un estrecho abrazo. Simón buscó sus labios con ansia, pero ella le apartó suavemente y le indicó su lugar en la mesa.

Cenaron juntos y sin palabras ella le dijo que le quería y que su amor no tenía principio ni final. También sin palabras le explicó muchas otras cosas…entre ellas que el mundo que le rodeaba era algo mas de lo que él veía, porque en realidad Simón solo podía ver lo que le permitían sus sentidos.

Comprendió entonces que él la estaba viendo ahora en tres dimensiones porque era la única forma con que su cerebro podía concebirla, pero que su percepción de las cosas no era la única que existía en el Universo y que el número de dimensiones era infinito.

La extraña mujer también le dijo que su pensamiento era responsable de todos las acontecimientos de su vida, e incluso de su propia presencia allí, y que la fuerza de sus pensamientos convertidos en deseo la habían atraído a su lado.

Simón sentía el deseo de hacerle cientos de preguntas…¿era ella sólo un reflejo de su pensamiento o existía realmente? ¿Y si era así, porque había acudido a la cita sabiendo que él nunca podría seguirla a la dimensión de donde provenía? ¿O quizá había venido verle para indicarle el camino a seguir?-

La mujer sonrió enigmáticamente y aunque sus labios no se movieran porque pudo captar el sentido de sus palabras, con la luz de la mirada.

.-Ahora me estás viendo con tu alma, no con tus ojos. Cuando despiertes y vuelvas a tu mundo de ficción, al que no pertenezco, a mi ya no me verás, pero yo seguiré estando aquí y tu alma seguirá notando mi presencia. A ella no le hacen falta ojos para ver la realidad de las cosas. Y seguirás sintiendo mi amor por ti, como siempre, porque mi amor no conoce espejismos, existe simplemente, sin principio ni fin.-

Simón se daba cuenta que la estaba viendo en sueños, a pesar de que se sentía despierto y que cuando entrara en la pesadilla cotidiana del mundo de la realidad, dejaría de estar con ella.-

Por favor, no quiero despertarme.- gritó.- Quiero seguir estando dormido para los demás aunque yo solo sepa que estoy despierto.-

.-Llegará el día en que para ellos dormirás para siempre y no para mi. Ten calma y espera con paciencia ese día. El día del verdadero despertar.-Y alzó su copa invitándole a un brindis, él también alzó la suya respondiendo a su gesto y ambas chocaron en el aire. Bebieron juntos y después sonriéndole a modo de despedida señaló el reloj. Las manecillas se movían rápidamente pero esta vez hacia adelante y toda su vida futura desfiló con la misma velocidad conque había sucedido la pasada, se vio a si mismo abriendo su inteligencia a cosas desconocidas y maravillosas, viviendo sucesos que le aportaban un bagaje muy valioso en su viaje hacia el Infinito y sintió que el Universo se concentraba en él como brillantes chispas de luz que danzaban en su entorno pasando a su través como una fuente de energía que se identificaba con la suya.

Tuvo la sensación de que ella y la habitación se diluían a su alrededor Experimentaba una extraña sensación de liviandad, como si flotase en el aire y después una fuerte sacudida le estremeció, como si su cuerpo fuese arrastrado de aquel lugar con la celeridad del pensamiento.

Entonces despertó. El reloj marcaba ya la una de la madrugada. Miró a su alrededor aturdido, la habitación seguía igual  pero ella no estaba. Tardó unos minutos en darse cuenta que había estado soñando y se desesperó…ella no había acudido a la cita. Volvió a mirar entorno suyo, todo seguía en el mismo lugar…la mesa puesta, las velas encendidas, solo había algo distinto a como él recordaba…la fuente estaba vacía y sus copas y sus platos también.

Comprendió entonces que ya no podía esperar más, ahora sabía donde encontrarla y también sabía que el único modo de poder atravesar la barrera que les separaba. La muerte le despojaría de su cárcel de tres dimensiones y su mente, libre al fin del cuerpo que la aprisionaba volaría a su lado. Eso es lo que ella había venido a decirle.

Sin poder resistir más el impulso puso en marcha la cinta y se abalanzó con toda su fuerza contra la televisión, la pantalla resistió el impacto, pero su cabeza se quebró dócilmente contra la superficie. No sintió dolor alguno, se elevaba por momentos a la cuarta dimensión, ahora el futuro que una vez intuyó en la sala de un cine, se estaba convirtiendo en su presente. Estaba atravesando la grieta escondida en el muro de lo impenetrable y al hacerlo había absorbido el tiempo. A su lado se encontraba al fin la mujer de ojos luminosos invitándole a entrar en su mundo. Sus manos se unieron con fuerza, ya no volverían a separase. Pero antes de seguirla hacia lo desconocido Simón no pudo evitar volver la vista atrás. A sus espaldas se extendía el patio de butacas casi vacío de una sala de cine. Ansiosamente sus ojos recorrieron la penumbra buscando la butaca que una vez él había ocupado. Estaba vacía.  

Gloria Corrons
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Un mundo mejor es posible!

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