Carta para el Dr. X
Esta es una carta que hace mucho tiempo tenia que haber sido escrita, pero cada vez que pensaba en hacerlo, me sentía incapaz de recordar el pasado, hasta que al fin me di cuenta de que me era mas doloroso reprimir lo que siento que recordarlo y hoy por fin me he decidido volcarlo sobre el papel , intentaré ser breve y concisa:
Doctor, usted diagnosticó a mi marido un cáncer de hígado irreversible y de tres a seis meses de vida. Yo estuve presente cuando él le pidió saber la verdad sobre su enfermedad y creo sinceramente que usted cumplió con su deber al decírselo, ya que pienso que el enfermo debe de saber lo que le ocurre, si lo pide, para poder luchar psicológicamente contra su dolencia.
Yo, como esposa (aunque muy reciente, porque solo hacia cuatro meses que nos habíamos casado) compartí su agonía y también sus sentimientos y pensamientos y es por esto que me he decidido a escribirle en su nombre, ya que él no puede hacerlo puesto que murió justamente tres meses después de su diagnóstico.
No tema, no voy a acusarle de nada, voy a limitarle a hacerle unas observaciones que creo que pueden ayudarle en el futuro a variar sus métodos tan profesionales con los enfermos terminales.
Si es usted un médico consciente de la responsabilidad de su profesión, me escuchará y continuará leyendo, aunque no esté de acuerdo con ellos.
Creo con sinceridad y debo decírselo, que usted condicionó a mi marido al darle su diagnóstico, programando su vida de un modo inconsciente, al decirle con tanta exactitud los meses que le quedaban por vivir…
Por favor, doctor , solo quisiera decirle, que sus opiniones personales negativas pueden afectar a la salud de su paciente, deje a los enfermos decidir por si mismos y por favor dele usted la oportunidad de ser una excepción en sus estadísticas. Esto no es fomentar falsas esperanzas, no se trata de engañarle, solo de no jugar a ser Dios omnipotente, las estadísticas pueden fallar, la Ciencia no es exacta, sabemos muy poco, especialmente del cáncer y la mente y la voluntad del enfermo son muy poderosas.
Usted con su absolutismo y su seguridad, acabo por completo con la voluntad de mi marido de seguir luchando para sobrevivir. El era un hombre de solo 48 años, inteligente y luchador nato que a partir de aquel momento se convirtió en un adicto de la televisión donde se colocaba horas y horas para no pensar y así murió en vida a partir del día en que usted le sentenció a muerte, aunque su corazón seguía latiendo…la enfermedad hizo el resto.
Espero que me comprenda, no soy una viuda desesperada que está haciendo de usted un chivo expiatorio, sé positivamente que la enfermedad de mi marido estaba muy avanzada y las posibilidades de vida eran casi inexistentes, pero creo sinceramente que era innecesario decírselo, y mucho menos con tanta precisión… usted y yo charlamos después a solas en el pasillo del hospital, recuerdo que me dijo que si le había hablado de aquella forma, era porque él le pareció un hombre de carácter y gran fortaleza …pues bien doctor, no lo era tanto como aparentaba…creo que lo que pasa por la mente del enfermo es mas importante que la sicología de un médico que no le conoce a fondo y puede equivocarse y que un gramo de esperanza puede ayudar mucho, sino a curar, ha vivir mejor el tiempo que le queda, y vivir mejor,, no solo significa mejorar la calidad de vida sino que incluso a veces alargarla…y cuando el tiempo es tan limitado eso es trascendental.
Usted solo supo decirle los meses que le quedaban por vivir, pero no le habló de su nutrición y las necesidades de su cuerpo para sobrellevar mejor el tiempo viviese, fuese el que fuese…al contrario, le dijo que bebiera, fumara e hiciese absolutamente lo que le viniese en gana, lo cual equivalía a decirle: hagas lo que hagas ya estas muerto….y esto el lo entendió perfectamente .
Doctor por favor, de ahora en adelante dé a los pacientes la oportunidad de vivir con espíritu de lucha, este es el motivo de mi carta, ayudarle a reflexionar. No le condeno ni le acuso, porque yo sé que nada de eso puede cambiar lo sucedido, pero si quizás puede ayudar a que no se repita en otro paciente y si es así, me doy por satisfecha, en nombre de mi marido y del mío también.
Por su bien y el de sus enfermos, no deje que esta carta vaya al cesto de los papeles y sea olvidada, porque eso me demostraría que no es capaz de tener una mente abierta y receptiva y aceptar los errores que como ser humano y a pesar de ser médico, puede sufrir.
Una persona que no es capaz de reconocer sus equivocaciones y aprender de ellas, no puede ser un buen médico y estoy segura de que usted lo es.
Espero que no necesite pasar por una experiencia semejante por comprenderlo y nadie ni siquiera usted mismo, pueda diagnosticarle los meses que le quedan de vida, porque eso, me consta, es peor que la propia muerte.
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