Federico (Pompas de Jabón)
Al alba,
al sol que nace,
un gallo canta.
Cargan sus fusiles los muchachos.
La larga sombra de un pino,
se extiende por el camino.
Cavaron junto a él una zanja.
Llega a su tiempo un camión.
Entre su carga estoy yo,
el poeta rojo, el maricón,
y otros vecinos del pueblo.
Que guapos se ven los muchachos,
formados están frente a mi.
Lucen miradas bajas
y camisas azules.
Busco su mirada, sus ojos
Al borde de la zanja, estoy.
Sabéis quien soy.
Yo me llamo Federico.
Preparados a la orden
de un sargento barrigón,
los soldados de cristo
apuntan a mi corazón.
El cura del pueblo
les dará la absolución.
Mi último sacramento
llega tras un estruendo,
liberan del yugo mi alma,
balas de plomo.
Todo se llena de calma,
yo me desplomo.
Se eleva libre, sin prisa.
Vuela cual verde brisa.
Veo los verdes ojos,
de quien, tiempo atrás, me besó,
y ahora llora en silencio,
mientras baja su fusil.
Cielo azul,
descansen armas.
Siembran de cuerpos la tierra
regada de rocío y sangre.
Esta mañana verde.
Verde pino,
verde olivo,
verde mar,
verdes olas de tiempo,
surcadas de sueños y olvido.
Crece la hierba junto al camino,
junto al camino verde.
Crece año tras año el pasto.
La tierra se cubre de asfalto.
Pasan los días, los años.
Pasan coches,
camiones,
las nubes.
Verde yerba.
Verde mirada de niño,
Parece me esté mirando.
– ¿Quien es ese hombre, padre? – Pregunta.
Parado sobre mis huesos,
que ocultos bajo yerba verde,
escondidos bajo tierra, escuchan.
Orina el niño, junto a su padre,
sobre mi ignorada tumba.
– No sé de quien hablas, hijo, junto al camino no hay nadie.
Y es cierto, no hay nadie, ni hay camino.
Solo el cielo azul, y la brisa,
ahí resuenan mis versos,
como ecos, como campanas,
aun en el silencio, resuenan,
y perdura en ellos mi voz.
1 comment so far