COLONIAS FELINAS. El trabajo de campo de las alimentadoras de gatos de la calle
El trabajo de campo realizado por las alimentadoras de gatos callejeros en España es una labor profundamente altruista y comprometida, que busca mejorar las condiciones de vida de estos animales abandonados y marginados. Las alimentadoras no solo se encargan de proporcionar comida y agua a colonias de gatos, sino que también asumen, en muchos casos, responsabilidades adicionales como la gestión de la salud de los animales, la búsqueda de adoptantes, y la concienciación social sobre la importancia del cuidado de los felinos.
Un aspecto crítico de este trabajo es el control de la población felina a través de la esterilización. Este método, parte del sistema conocido como CES (Captura, Esterilización y Suelta), es reconocido internacionalmente como la forma más ética y efectiva de gestionar colonias felinas. Sin embargo, en España, muchas alimentadoras enfrentan la omisión y falta de apoyo por parte de los Ayuntamientos, que deberían asumir esta responsabilidad como parte de sus competencias en el bienestar animal.
La inacción de las autoridades municipales resulta en una sobrecarga para estas personas voluntarias, quienes con frecuencia deben financiar de su propio bolsillo las esterilizaciones, los tratamientos veterinarios, y los suministros necesarios. Mientras tanto, la falta de un plan efectivo de control poblacional por parte de los Ayuntamientos perpetúa el ciclo de abandono, reproducción descontrolada y sufrimiento animal.
Además de la falta de recursos, las alimentadoras a menudo enfrentan obstáculos legales y sociales. Algunas normativas locales aún consideran la alimentación de colonias como una actividad ilegal, lo que expone a estas personas a sanciones y multas, en lugar de reconocer y facilitar su labor como un servicio esencial para la comunidad.
La omisión de los Ayuntamientos no solo refleja una dejadez en sus obligaciones éticas y legales, sino que también representa un desperdicio de la oportunidad de colaborar con quienes ya están realizando un trabajo valioso y necesario. Apoyar el CES, proporcionar recursos para la esterilización y desarrollar políticas que integren el bienestar animal como una prioridad son pasos fundamentales para abordar este problema de forma sostenible.
La labor de las alimentadoras debería ser vista y tratada como lo que es: una contribución indispensable para construir ciudades más compasivas y responsables. Sin embargo, mientras los Ayuntamientos sigan mirando hacia otro lado, el peso recaerá injustamente en quienes, movidas por el amor y la empatía, trabajan día tras día para cambiar el destino de los gatos callejeros.
Fdo. Mónica Sánchez Gallardo
BAJO LAS BOMBAS DE GAZA, MAÚLLAN LOS GATOS
Entre ruinas y sombra, un gato camina, con ojos de hambre, en noche divina.
El silbido de un misil rasga el cielo,
y su andar se detiene, temblando de miedo.
Perros sin dueño, guardianes del polvo,
corren tras sueños que el tiempo despojó.
Sus patas heridas cuentan historias,
de guerras que roban hasta las memorias.
No saben de bandos ni de fronteras,
solo buscan agua, un rincón.
En Gaza, su mundo es reflejo del hombre,
de vidas quebradas sin rostro ni nombre.
Pero hay manos que dan pan en secreto,
miradas que comparten un grito discreto.
Porque incluso en el horror más despiadado,
la compasión florece, débil, a su lado.
Los animales de Gaza, silenciosos testigos,
caminan entre escombros como antiguos amigos.
Y aunque el mundo los olvide, su lucha persiste,
en cada maullido, en cada aullido, la esperanza resiste.
GAZA, UNA TIERRA DE LAMENTOS
En la noche oscura, llora la tierra, susurros de muerte en cada gr
El cielo se parte, estalla el fuego, y Gaza sangra en un silencio ciego.
Los niños, cometas sin hilo ni vuelo, corren descalzos sobre polvo y duelo. Sus risas, fantasmas en ecos quebrados,
ahogados por bombas, gritos apagados.
Madres abrazan sombras vacías,
padres excavan en rocas frías.
Cada hogar, un eco de lo perdido, cada pared, un lamento no oído.
El mar recoge lágrimas saladas,
como promesas, todas olvidadas.
NUEVE INVIERNOS
Nueve inviernos he pasado,
con frío y niebla, al pie del asfalto,
entre naves y calles solitarias,
llevando alimento, llevando calma.
En el rincón de un polígono gris,
esos gatos de ojos cautelosos,
me miran primero con recelo,
y luego, con cariño silencioso.
No saben de tiempo ni de cifras,
no entienden de calendarios ni años,
solo saben que vuelvo
y que en mis manos traigo un pedazo de paz.
He visto a los pequeños crecer,
con sus maullidos al amanecer,
y a los viejos desaparecer,
dejando huellas en el polvo y el aire.
Nueve años de latas y cariño,
de paciencia en cada rincón,
mi recompensa es verlos vivir…
No hay aplauso ni testigos,
ni medallas en el camino,
solo el murmullo suave del motor
y el eco de mis pasos con amor.
Quizá algún día me vaya yo,
y otros seguirán su andar errante;
pero el tiempo compartido en silencio,
eso, nadie lo podrá borrar…
POEMA DEDICADO A LOS GATOS DE LA CALLE
Vagan silentes bajo el manto lunar,
sombras felinas que saben soñar.
Dueños de esquinas, reyes sin trono,
en cada paso, un mundo en su tono.
Sus ojos reflejan historias sin fin,
cazadores nocturnos de un destino sutil.
Misterio y gracia en cada movimiento,
un baile en silencio, puro sentimiento.
El viento es su amigo, la noche su hogar,
las estrellas testigos de su caminar.
Valientes y libres, sin cadenas que los aten,
en su andar ligero, el alma desatan.
No tienen de riquezas, pero poseen el cielo,
bajo la lluvia, y comparten consuelo de seres que saben que existen y los adoran.
En sus maullidos, un canto olvidado,..
de lucha y de vida, nunca derrotado.
A los gatos de la calle, mi humilde poesía,
por su fuerza, su esencia, su filosofía y fortaleza.
Que encuentren calor » mis hijos» en un rincón seguro,
un amor que les cuide en un mañana futuro…
«Ángeles» humanos que entiendan su ALMA
EL AVE FÉNIX Y LOS GATOS DE LA CALLE
En un cielo de cenizas, el Fénix renace,
con fuego en sus alas y un grito que arrasa.
Es un símbolo eterno de lucha y de vida,
de un ciclo que empieza donde el otro termina.
En la tierra, bajo sombras de farolas gastadas,…
vagan los gatos, sigilosos y callados.
Sus ojos, como brasas, brillan en la noche,
como estrellas errantes, libres del reproche.
Fénix y felinos, almas gemelas,
con historias de gloria y heridas que duelen.
Uno arde en los cielos, otro pisa las calles,
ambos buscando lo que nunca se halla…
El ave fénix les canta desde lo alto:
«Pequeños guerreros, sois mi retrato.
Aunque os llamen olvidados, sin dueño,
en cada caída encendéis un sueño.»
Y los gatos responden con su andar valiente:
Poemas escritos por Monica Sanchez Gallardo, cuidadora de colonias felinas y dedicados a los gatos de la calle.
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