Baviera
Cuando queramos hacer un alto en nuestro ajetreado camino diario y relajarnos y poder disfrutar al máximo de la naturaleza, un lugar donde el tiempo parezca haberse detenido y que conserve como ninguno su privacidad y su integridad, debemos ir a Baviera.
Es ese hermoso sur de Alemania, un país con unas características raciales culturales y sociales peculiares y que preserva sus tradiciones con gran celo. Es quizás uno de los más firmes reductos católicos que quedan en Europa y donde religiosidad es sinónimo de cotidianidad, pus pinturas religiosas son las que decoran una gran parte de las fachadas de sus preciosas casas, típicas de esa región. La inmensa mayoría se hallan en perfecto estado de conservación y además han sabido preservar su paisaje de las construcciones masivas, altas o disonantes que por desgracia decoran la mayoría de nuestros países.
Si eres amante de la naturaleza hay innumerables excursiones y escaladas por los incontables picos que recorren la región; puedes pasear por lo lagos, ríos y praderas, pescar, buscar setas en su temporada si eres amante de la micología. Practicar el ciclismo y si eres esquiador puedes practicar tu deporte favorito una gran parte del año.
También hay una bellísima profusión de flores que empiezan con la tardía primavera o que inundan las fachadas, los balcones de madera tallada, los jardines de las casas y las laderas de las montañas.
Sus cercanas fronteras con otros países hace que sea muy fácil prolongar un poco el viaje o hacer excursiones, incluso en el mismo días, por ejemplo al lado Constanza o a Berna, en Suiza, a la hermosa Salzburgo, en Austria, al Tirol, Innsbruck o a la misma Alemania; si sentimos añoranza de la ciudad podemos pasar un día en Munich admirando sus muchas bellezas. Es famosa su Marienplatz, en el corazón de la ciudad donde está el Ayuntamiento de estilo neo-gótico, la Iglesia de san Pedro, la de San Miguel, el gran complejo de la residencia, comenzada en 1385 y que abarca el Museo, la Capilla, el tesoro, con piezas maravillosas y varios edificios colaterales, también de gran interés.
Para los amantes de la pintura está la Antigua y la Nueva Pinacoteca, con las excelentes muestras de lo mejor de la pintura europea. En la llamada Lehnbachhaus, hermoso edificio de estilo florentino, se puede ver una
amplia muestra de pintura muniquesa del siglo XIX y sobretodo una importante colección de la Blaue Reiter o Jinete Azul, movimiento vanguardista de principios de siglo al que pertenecen Kandinsky, Franc Marc, Macke, etc.
De gran importancia es el Museo Alemán o Deutsches Museum, uno de los más importantes del mundo con referencia a la ciencia y al técnica, desde sus origines hasta nuestro días.
Un recorrido que no hay que dejar de hacer en Baviera es el de las Iglesias barrocas. Aun cuando pudiera no ser nuestro estilo favorito, es tanta la riqueza y el mimo con que fueron hechas y con el que son conservadas que no podemos dejar de admirarlas. Y lo curioso es que no hay que dejarse engañar por lo pequeño del pueblo o por la sencillez aparente del templo, su interior puede dejarnos maravillados como Rattensbuch o Wies o el monasterio benedictino mas antiguo de Baviera, el Benediktbeuern, cerca de Penzberg. Tiene una iglesia preciosa y un claustro muy interesante. Actualmente es un centro de estudios para jóvenes que no podrían tener un marco más agradable para aprender ya que todo el recinto evoca paz y belleza.
En cuanto a ver hermosas pinturas religiosas en las fachadas hay casi en todos los pueblos, pero Mittenwald es un pequeña joya, también es preciosa la calle principal de Bad Tolz, pequeña ciudad balneario, donde puedes disfrutar de la vista de sus pinturas murales sentado en los numerosos terrazas de sus animados cafés.
Otra excursión interesante a realizar es la visita al conocido como NIDO DE AGUILAS, el castillo del rey loco, Luis II de Baviera, el cual a pesar del apelativo fue querido por su pueblo. También era el primo preferido y gran amigo de la emperatriz de Austria, la famosa SISIS. Quien en momentos de crisis iba a refugiarse allí. Su nombre le viene de estar colgado en la montaña, en un lugar privilegiado desde donde se domina todo el valle, esta al lado de la ciudad de Fussen, prácticamente en la frontera austriaca.
Del mismo monarca era el palacio de verano de Lindernberg, su favorito y aparentemente el único de los varios que termino en vida. Este palacio es curioso por su aspecto diminuto que casi semeja un palacete o anexo del jardín, pero con un interior precioso, de habitaciones con espejos en todas las paredes que hacen que la imagen se refleje hasta el infinito, lámparas de marcos de ventana de porcelana de Meissen, cristales de Bohemia, esmaltes, estucos y taraceados. La habitación del rey es impresionante con sus 100 metros cuadrados y un inmensa cama azul, su color favorito, desde la que se contemplan las cascadas de la parte posterior del jardín.
La mesa de su comedor privado bajaba mediante un resorte mecánico hasta la planta inferior, para no tener que soportar la presencia de sus sirvientes cuando quería estar en soledad completa.
Hay muchos otros múltiples encantos y rincones de interés en este precioso país que vale la pena ir con calma y con tiempo para poderlo disfrutar. Un consejo, sale mucho más económico y agradable alojarse en uno de los múltiples chalets que alquilan habitaciones tipo «Bed & Breakfast» inglés. Es cómodo y acogedor. Te dan alojamiento y compartes el desayuno con los otros huéspedes en el comedor familiar lo que da un toque hogareño.
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