París
Todo el mundo conoce los grandes monumentos que dan fama mundial a una de las ciudades más hermosas que existen , París. La Tour Eiffel, el Arco de Triunfo, el Louvre, la Madelaine, los Campos Elíseos y tantos otros lugares son algo familiar para todos los que han visitado alguna vez la ciudad y también incluso para los que no la han visitado.
Pero hoy quería hablarles de otros sitios menos conocidos por el gran público pero que forman parte de su historia, de su carácter y de ese encanto tan especial que se siente en el día a día y que forma la personalidad de las grandes urbes. Por ejemplo, todo el mundo conoce el Louvre o el Museo de Orsay, pero son pocas las personas que se han detenido en París para visitar el museo Jacquemart André. Es cierto que es poco conocido por el gran público, pero es uno de los más bonitos «hoteles particulares» de la ciudad, mandado construir a finales del siglo XIX por un gran
mecenas del arte y perteneciente a la alta sociedad parisina cuyo nombre lleva el museo. El lugar es de una gran belleza y originalidad, pero lo que te sorprende, después de ver su aspecto exterior y de visitar sus salas, es la cantidad y calidad de magnífica pintura que hay en él. Contiene una buena colección de pintura italiana de primeros autores como Boticelli o Canaletto, unos buenos exponentes de pintura francesa, esculturas y, entre sus mejores joyas se encuentran tres Rembrandt.
Merece realmente la pena darse un tranquilo paseo visitando el interesante barrio del Marais y recorrer la plaza des Vosges, una de las más hermosas y encantadoras de París. Fue la antigua Plaza Real deseada por Enrique IV, hoy sitio idílico para pasear y antiguamente lugar escogido para celebrar duelos. No lejos de allí podemos visitar la calle des Fracs-Bourgeois, repleta de viviendas palaciegas del renacimiento y hoteles de los siglos XVII y XVIII.
Otra hermosa plaza de vivita obligada es la elegante Place Vendôme, contorneada por las más hermosas joyerías. Lo que quizás pocos saben es que la columna imperial que corona su centro se realizó con el bronce fundido de los cañones tomados en la batalla de Austerlitz. También otros lugares se renuevan o cambian de función en el curso de la historia o de los acontecimientos políticos. El Panteón, por ejemplo, fue originariamente una iglesia que Luis XV dedicó a Santa Genoveva que salvó París de las hordas de Atila y de los hunos. Hoy en día es unicamente el lugar donde reposan los restos de tres grandes hombres, símbolos de la libertad francesa, Victor Hugo, Jean-Jacques Rousseau y Emile Zola. Por cierto que la casa de Zola, en Medan, convertida en museo, fue puesta a la venta por falta de fondos para mantenerla. El miedo que generó esta noticia entre los amantes de la literatura y la historia de que desapareciera esta joya al caer en manos de un posible inversor particular que no tuviera ningún interés en conservarla, quedó ahuyentado por el hecho de que ha sido comprada por el dueño de la marca Ives Saint Laurent, quien hizo esta promesa al difunto presidente Mitterand, muy interesado en el tema.
Y dado el hecho de que este asunto se repetía con frecuencia, se ha creado en Francia una «Asociación francesa de la Casa de los Escritores» dedicada a proteger este patrimonio. La mayoría de estas casas se hallan muy cerca de París y pueden representar una excursión deliciosa de fin de semana para los que no estén interesados en Disneylandia. Entre éstas están, por ejemplo, la casa de Iván Turgueniev en Bougival, la de Châteaubriand en Chatenay-Malabry, la de Daudet en Draveil, el magnífico castillo de Montecristo de Dumas en Port-Marly y tantos otros. Si el fin de semana lo queremos dedicar a la pintura en vez de a la literatura podemos ir hacia el norte, hacia la vieja torre de Vexin, de altas mesetas y hermosos pueblecitos como Vétheuil, Poissy o Giverny donde vivieron y pintaron artistas como Monet, Pissarro, Renoir o Cézanne.
Hay un lugar muy especial en París, cuya localización no menciono pues no quieren publicidad, donde éstos y otros pintores venían a comprar los colores pastel y que curiosamente sigue existiendo hoy en día. La casa, que mantiene desde hace más de cien años esta actividad, está algo escondida en un patio interior y regida por dos ancianas señoras que sólo abren un día a la semana. Sus pasteles son únicos y de elevado precio, ya que están hechos con los mismos pigmentos naturales que se hacían en la época. Solo unos pocos iniciados en el mundo del arte conocen este lugar y sus propietarias no parecen tener muchos deseos de que esta situación cambie, por lo que el ánimo de lucro en este negocio está realmente descartado. Es un pedacito de historia conservado en el mundo moderno.
Coronando Montmartre está la Basílica del Sacré Coeur, que reina sobre uno de los barrios más pintorescos de la ciudad. Pero sólo la gente del lugar y los necesitados saben que es un lugar de acogida, que nunca cerraba sus puertas ni de día ni de noche, que hay comedores comunitarios para los sin hogar y que también acoge en sus pequeñas celdas donde solo hay un catre para dormir, a personas especialmente piadosas que dedican una noche al rezo continuo solo interrumpido por algunos momentos de descanso.
Como estos lugares y anécdotas hay cientos en Paría y sus alrededores, por lo que espero que estas pocas líneas sirvan para suscitar en ustedes el deseo de conocer más.
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